No solo los teléfonos inteligentes avanzan a pasos agigantados. Las tecnologías criminales mejoran a un ritmo igualmente notable, y un buen ejemplo son los lectores que se utilizan para copiar tarjetas bancarias a los usuarios desprevenidos de cajeros automáticos. No solo son prácticamente invisibles, sino que su batería les permite mantener su actividad criminal durante mucho más tiempo.
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